últimamente en kireei, los sábados y domingos hacen unas reflexiones que me gustan mucho porque son personales, serenas, tranquilas y sin juzgar ni implantar métodos o ideas o referencias sesudas
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ser madre
Durante años quise tener 4 hijos. 2 son pocos, 3 se me quedaba uno colgando y 4 era perfecto.
Luego vino la nube negra que me llevó al bosque y el monstruo quiso que yo no tuviera ninguno. Que no quisiera tenerlos en absoluto. Yo no era la persona adecuada, el mundo no era el que yo quería para si quiera seguir viviendo yo...
Saliendo del bosque me encontré tu mirada y tu mano, seguías allí esperándome... y quise tener hijos con miedo al monstruo pero sin tomar la decisión. Dejarme llevar es mi modo de tomar las decisiones.
Los embarazos fueron buenos y los partos aún mejor. Y eso formó mi manera de ser madre, tranquila, natural, sin lecciones ajenas, sin libros ni métodos, sin obsesiones. Sin retos diarios, sin cuestionarme, sin saber hacer caldo de cocido o coser un botón.
Ante los problemas me informo de soluciones e intento implantarlas, y poco a poco se va amoldando a mi manera de hacerlo.
Cuando miro hacia atrás casi no recuerdo como era cuando no era madre y a la vez cuando estoy sola, me parece imposible que a mi me hayan dejado ser madre. Es un modo raro en el que esperas que alguien venga y te diga si lo estás haciendo bien o mal. Yo, al menos, necesito muchas veces que alguien me lo diga, que me consuele y me diga:" tranquila, tus miedos son normales". Que me diga : "tranquila todos de mayores tienen algún trauma o algo no solucionado con sus padres". Que me diga: "tranquila, no estás criando un psicópata, un torero, un sociópata, un mal educado, un irrespetuoso, un machista, un ser plano, un insensible.... Yo al menos lo necesito, pero no, no hay nadie que venga a decírtelo, no hay nadie que pueda ayudarte con eso, no hay nadie que te ponga nota, ni que te consuele esos días terroríficos de la maternidad. No hay nadie más que tu y tu sentido común. No hay nadie además que tú, ponerte en la piel de tu hijo, recordar tu infancia y cómo te sentías ante las injusticias infantiles y las sentencias de tus padres. No hay nadie más que tú que sepa acariciarles y cantarles esa canción y que sepa como es su cara cuando le ronda algo por la cabeza y no sabe expresártelo, cuando le preocupa algo, cuando se le enturbian los ojos... no hay nadie más que tú.
Y si el monstruo vuelve? tendré que estar atenta, tendré que abrazarme a ellos muy fuerte para que no me lleve al bosque. Tendré que estar muy despierta a todas mis señales porque no me puedo permitir la desidia, el miedo, el pánico o el terror. No me puedo permitir que me vean llorar sin motivo evidente para ellos.
Yo tengo que ser madre sin planteármelo mucho, dejándome llevar, disfrutando de ellos, intentando aparcar el curro de mi cabeza que me domina el tiempo y el tiempo libre. Tengo que ser madre sin pensar demasiado porque pensar me lleva al bosque y allí no puedo estar aunque me sienta tan cómoda allí. Tengo que pelearme todos los días contra mi misma para ser madre. Tengo que luchar por ellos, por mi, por él...
Ser madre sin juzgar, sin juzgarte a ti misma ni a tus hijos cuando ves que están tomando su personalidad y que no es la que a lo mejor te hubiera gustado. Ser madre con todos esos sin sabores que hacen que tu vida a veces sólo se reduzca a eso, a esa etiqueta: ser madre.